De un tiempo a esta parte reaparece el planteamiento de los “vouchers” (cupones o bonos) en Educación, sistema por el cual el Estado en lugar de invertir en mejorar la escuela pública otorga a concesionarios privados un monto por alumno (denominado voucher). Las escuelas concesionadas compiten entre sí para atraer un mayor número de alumnos y así obtener más ingresos.
Hay mucho que discutir sobre esto. Comencemos por ver si hay experiencias exitosas. Joseph Stiglitz, Nobel de Economía, afirma: “Los vouchers, que implican la privatización parcial de nuestros sistemas educativos elementales y secundarios, se han propuesto como solución de libre-mercado al déficit de calidad educativa. Pero sus defensores nunca han demostrado que puedan ser adecuados para promover logros educativos más altos o una mayor integración social a través del sistema educativo”.
Según el Banco mundial el caso de Chile es muy discutible. Algunas investigaciones encuentran pequeñas mejoras en el rendimiento promedio de los estudiantes, y hay investigaciones que muestran lo contrario (BM. 2012).
Los vouchers no están beneficiando a la población de menores ingresos. En Chile, nuestra experiencia espejo más cercana, la investigación evidencia que el sistema de competencia ha generado una fuerte segmentación (Treviño/Salazar 2011, Mex) además de una gigantesca movilización estudiantil en contra: la “revolución de los pingüinos”. ¿Qué ocurre? Esta medida se establece sobre la base de desigualdades ya existentes y no logra contrarrestarlas. Incluso quienes estarían propugnando este modelo admiten que no se perciben grandes diferencias en el rendimiento “si se pone a un lado la variable socioeconómica” (H. Díaz 2013), que es la que explica a fin de cuentas las mayores diferencias de aprendizaje.
Además la medida incrementa la desigualdad de partida pues ocasiona que las escuelas seleccionen a los estudiantes más exitosos y filtren o descarten como si fueran alumnos “desechables” a los que no garantizan un buen rendimiento (usualmente los más pobres) y que las pueden hacer fracasar en las pruebas censales. “Ustedes no tienen ningún problema de que sus hijos puedan estudiar en un colegio bueno,… llegar a la universidad,… conseguir trabajo el día de mañana. Yo sí tengo ese problema” (pingüino Chileno).
¿El resultado? En Chile hay 5 sistemas cerrados y excluyentes de administración: el particular pagado; el particular subvencionado con financiamiento compartido: donde los padres pagan una cuota mensual; el particular subvencionado sin aporte de los padres, el municipal de las comunas ricas, y el municipal de las comunas pobres (Observatorio de Políticas Educativas Chile). Las escuelas públicas-municipales siguen deteriorándose y se transforman en espacios donde van los que sobran, los que no son seleccionados o no tienen dinero para pagar.
Hoy en el Perú algunos de los que plantean esta discutible política son los mismos que diez años atrás plantearon el recorte de la secundaria a cuatro años. ¿Casualidad?
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