De las 51 universidades públicas peruanas sólo funcionan 35. El resto existen sólo en las Normas Legales del Peruano. De estas, 12 son unas fantasmagóricas bombas de tiempo. Todavía no existen pero estas doce serán implementadas sobre filiales de universidades o institutos que ya funcionaban. Sólo este detalle las convierte en potenciales focos de conflictividad social.
La situación de la creación de nuevas universidades públicas en el Perú es la siguiente:
En lo poco que va del actual
gobierno, ya seis congresistas han presentado proyectos para crear más
universidades, más bombas de tiempo. Infografía de Universidad Coherente. Click para ampliar.
—Desafortunadamente en nuestro país se ha creado simultáneamente muchas universidades públicas sobre la base de otras filiales. Otras, sin presupuesto —comenta Marta Tapia presidenta del CONAFU (Consejo Nacional para la Autorización de Universidades)—. Esto, necesariamente, ha traído conflictos en estos momentos, pero el CONAFU no puede intervenir a ese nivel, no tenemos nada que ver con su creación.
—Desafortunadamente en nuestro país se ha creado simultáneamente muchas universidades públicas sobre la base de otras filiales. Otras, sin presupuesto —comenta Marta Tapia presidenta del CONAFU (Consejo Nacional para la Autorización de Universidades)—. Esto, necesariamente, ha traído conflictos en estos momentos, pero el CONAFU no puede intervenir a ese nivel, no tenemos nada que ver con su creación.
CONAFU es un órgano autónomo de la
Asamblea Nacional de Rectores (ANR) y fue por mucho tiempo el organismo
encargado de dar licencias de funcionamiento a las universidades.
Decimos que “fue” porque en el
2010, el Tribunal Constitucional lo acusó de actuar
irresponsablemente, sin un adecuado control de la calidad del servicio
educativo. Por esto, en julio de 2010, el CONAFU fue suspendido de sus
funciones. Esta suspensión originó problemas como el de Barranca, que vimos en
la edición anterior. Especialmente cuando el Congreso decidió restituir a la
CONAFU en junio de 2011. Sin embargo la restitución sólo es válida por un año
más. No sabemos quién autorizará el funcionamiento de las universidades
después de junio de 2012.
Marta Tapia, presidenta del CONAFU. “Nosotros no
creamos las universidades“. Fotografía: Rafael Vereau
—El gobierno, a través del Congreso, crea las
universidades —explica Tapia— y, de acuerdo a la norma, presentan ante
CONAFU su Proyecto de Desarrollo Institucional. Nosotros solo evaluamos
y, si está de acuerdo a todo lo exigido, aprobamos y se le da su permiso de
funcionamiento provisional.
PROMESAS, PROMESAS
De las 16 universidades creadas durante el gobierno
anterior, 13 de ellas fueron aprobadas en el último año y medio de gobierno.
Es decir, cerca a las elecciones.
Orlando Velázquez, presidente de la ANR, cree que
hubo un reparto en el Congreso, una división por conseguir votos de cara a las
elecciones
—Por ejemplo, la universidad de Huamachuco, que ya
había sido descartada, en el último minuto simplemente se aprueba. Aplausos, y
se acabó. Imagínese, ésa es la génesis de la creación de universidades
públicas.
De hecho, muchos proyectos de universidad que ya
habían sido descartados fueron aprobados en esos días. Siempre por amplia
mayoría; muchas veces, incluso, por unanimidad. “Se pusieron de acuerdo”, dice
Velázquez.
Pero, ¿por qué los congresistas se empecinaron
en crear más universidades? La respuesta puede intuirse en promesas
políticas por cumplir y las expectativas del nuevo año electoral.
Después de todo, la creación de universidades tiene gran rédito
político.
El problema es que estos flamantes centros
educativos se crearon sin considerar si podrían tener presupuesto propio; ni
siquiera se evalúo si su creación podía afectar seriamente la calidad de la
educación. Ante este problema de calidad, Jaime Zárate, presidente
de otro organismo supervisor de la educación superior: el Consejo de
Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad de la Educación
Universitaria (CONEAU).
— Mi opinión es que la creación de universidades en
los últimos años ha sido un tema político y es justamente el Congreso
quien ha creado el mayor número de universidades —señala el presidente del CONEAU—. Apurados,
por la promesa de crear una universidad en cada pueblo. Nunca se midió algún
estándar de calidad internamente, ni se les asignó recursos propios.
Imposible que, así, una universidad nazca con calidad.
Pero eso no es todo, porque aquí viene el quid del
asunto. Para que estas nuevas universidades tengan dónde existir se necesita
transferir la infraestructura de otras instituciones. Aquí surgen la mayoría de
conflictos sociales derivados de la creación de universidades. Sin embargo, hay
un problema:
—No se puede transferir los bienes de una
universidad a otra universidad que se está creando porque esos bienes están
inscritos en el inventario de bienes de la universidad anterior —explica Manuel
Solis, quien fuera director de la Dirección de Coordinación Universitaria
del MINEDU durante el gobierno anterior—.
Lo que quiere decir que la universidad poseedora
de los bienes tiene el derecho de administrarlos y el derecho de decir cuándo
negociar o por cuánto puede transferir esos bienes. Un ejemplo: dos
universidades de Pasco, la Nacional del Centro y la Daniel Alcides Carrión, presentaron
recursos legales ante el Poder Judicial para que no se les quite sus
propiedades. Así la nueva universidad Juan Santos Atahualpa, se quedó sin
estos bienes y sin las sedes en Chanchamayo y Satipo.
LAS BOMBAS DE TIEMP
Lo que podríamos llamar las protestas
pre-universitarias registraron cinco incidentes el año pasado. Fueron 3 por
quejas contra las autoridades y 2 por la creación de nuevas universidades
públicas. Y en este año, en este mes, ya se registró una, en Junín, donde la población de Pichanaki y de La Merced se debatían porque la sede de la
Universidad Nacional Juan Santos Atahualpa sea en su respectiva localidad.
Usualmente, la Defensoría de Pueblo catalogaba estos casos bajo la denominación de “Otros”, pero ahora ya les asignó una categoría propia. Después de todo, son conflictos que ya han registrado consecuencias graves como: la toma de las instalaciones en la Universidad de Barranca o los tres muertos producto de las protestas en Tayacaja, Huancavelica.
—Lo más importante es la necesidad de transparencia en las autoridades de las universidades con respecto a las decisiones que toman para los estudiantes y para la universidad —resalta el comisionado Jean Carlo Huaroc, de la Defensoría del Pueblo—. Ellos deben de tener en cuenta que, mientras más información exista, se va a reducir las posibilidades de un conflicto en las universidades.
Esta es una recomendación importante para un gobierno que tendrá que manejar las consecuencias de la creación de más de una docena de nuevas universidades heredadas del gobierno anterior y las nuevas universidades creadas en esta legislatura. Todo dentro de un problema estructural mayor en el sistema educativo superior.
Pero ¿cuál es éste problema que sostiene todo este tipo de irregularidades? La respuesta, mañana en la próxima entrega de este especial de INFOS.
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